Sociedad Argentina

«ENTRE EL 50% Y 75% DE LOS PACIENTES SE SALVA DE IR A TERAPIA INTENSIVA CON LOS CASCOS»

En un momento crítico de la pandemia en Argentina, donde la terapia intensiva está al borde del colapso, llegó un equipamiento que podría aliviar un poco esta situación. Se trata del casco creado por Ecleris, el cual reduce el uso de UTI. Marcos Ledesma, médico y uno de los fundadores de la compañía, habló en el Tanke de Búnker sobre este invento.

«Esto existe en el mundo, el país donde más se usa es Italia, lo utilizó en el pico de la pandemia. Los pacientes que tienen Covid, o que padecen de neumonía, normalmente necesitan que se les dé oxígeno. El oxígeno se puede suministrar de distintas maneras. Cuando llega al hospital, con cierta falta de aire, se siente cansado porque utiliza músculos respiratorios que no son frecuentes. Al de la falta de aire más severa se lo mandaba a terapia intensiva, hasta que existía esta tecnología. Esto que desarrollamos nosotros, que también se usa en otros países, es un escalón entre la bigotera y mascarilla, que no le funcionan a un paciente, y la última instancia que es la intubación. Se le inyecta oxígeno a presión al paciente, ahí adentro, ponemos mucha presión y flujo de oxígeno. En diez o veinte minutos, el paciente siente un alivio completo porque no tiene que usar sus músculos y le inflamos los pulmones», explicó.

«A estos pacientes, se les hace una prueba de entre cuatro y cinco horas. Si no mejora, va a terapia intensiva. En la experiencia que tenemos, con más de nueve mil pacientes, entre el 50% y 75% se salvan de ir a terapia con esto. Dos de cada cuatro no llega a terapia intensiva, y se recuperan con el casco. A veces le cuesta al paciente dejar el respirador, el casco también sirve para dejarlo», agregó.

Ledesma, dio el ejemplo de Sergio Lapegüe, quien utilizó uno de esos cascos; además siguió contando sobre su uso: «Me acuerdo que, cuando posteó la foto con el mensaje, dijo que era el último paso antes del vacío. Para él, la terapia intensiva era el vacío. Se recuperó en cinco o seis días. El casco se coloca por lapsos de tiempo, uno no está todo el día con el casco. A veces están 8 horas, otras veces 16, y en otro momento se saca la parte de arriba para que el paciente se alimente y se higienice. Mientras tanto, se lo mantiene con la bigotera, después se vuelve a poner el casco».

Por otra parte, indicó que este dispositivo consume mucho oxígeno, pero que no necesita el que requieren los tubos: «Todos estos dispositivos consumen mucho oxígeno. Yo no conozco en profundidad lo que pasa con las empresas distribuidoras, pero lo que entiendo es que, el oxígeno que está en mayor carencia es el de los tubos. Esto no funciona con los tubos de oxígeno, se conecta a la cabecera de las camas, al oxígeno líquido central del hospital. En Jujuy, donde tenemos 300 cascos, nunca les faltó el oxígeno, y es una provincia que no tiene la estructura sanitaria de Buenos Aires».

En referencia al tema del consumo de oxígeno, aclaró: «No creo que el problema esté en los tubos. De todas maneras, el casco no consume más que un respirador».

El trabajador de la salud, aseguró que cualquiera del personal podría aprender a manejar el casco y le llevaría menos de una hora: «Esto lo puede manejar un clínico o cardiólogo, con una capacitación entre 45 minutos y 1 hora. Cuando los gobiernos de ciertas provincias nos compraron cantidades de casco, tuvimos que capacitar a personal sanitario de provincias enteras. Se hizo vía Zoom, con los especialistas que lo usan hace meses en Argentina. Se libera el personal crítico».

Cómo está la demanda en la actualidad: «Hoy, estamos con más de 2500. Hay una demanda muy grande en este momento, nos han llegado a solicitar 200 en un día. Espero que baje la curva, porque tampoco vamos a poder suplir dos mil o tres mil. Nuestra capacidad de producción llega a mil por mes, con lo cual, creo que vamos a estar en condiciones de suplir. Tenemos entrega inmediata, por lo que podemos resolver emergencias».

«Es un escenario de guerra la parte de terapia intensiva. Yo entro en las terapias por el desarrollo de este casco, no tienen idea de lo que pasa esa gente. Los médicos, las enfermeras, los kinesiólogos y el personal de limpieza. Se quedan dormidos sentado, comiendo. Las caras desfiguradas por los equipos de protección, el estrés. Ojalá, podamos alivianar un poquito con esto», describió.

«Tuve el caso particular de mi socio, internado tres semanas en terapia intensiva en marzo del año pasado. Quizás me desperté antes, porque vi el problema antes. Alguien ese momento dijo que, todos vamos a perder a alguien en esta pandemia. Yo no lo creía, pero hoy si porque perdí allegados. Hay que tener consciencia, ya falta poquito, hay que conseguir esas vacunas y no aflojar. No le hecho la culpa a nadie, pero el gobierno hizo un convenio con dos laboratorios y tres países, y los tres le fallaron. Ahora sí, parece que van a llegar más vacunas, seamos pacientes», cerró.

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