La Matanza

CREARON UN SENSOR DE DETECCIÓN DE METALES PESADOS PARA LA CUENCA MATANZA RIACHUELO

Daiana Capdevila, química del CONICET, trabajó junto con ACUMAR en el diseño de un sensor que brinda una una señal verde si el agua está contaminada y aplicó su creación a la que bautizó “Rosalind” a la Cuenca Matanza Riachuelo.

Estos sensores biológicos funcionan aislando las proteínas de las bacterias, y mezclándolas con un reactivo para que den una señal verde si el agua está contaminada, así, en media hora, se puede tener la capacidad de teñir el agua de color verde, y dar una alerta para saber si el agua es apta para consumo humano o está contaminada con metales pesados como plomo, cadmio, zinc, cobre o níquel.

Daiana Capdevila aseguró que “Yo venía trabajando en las proteínas que forman parte del sensor de Rosalind durante la mayor parte de mi posdoctorado en Estados Unidos. En el tercer año del post doctorado, trabajaba más en la parte biomédica, en tratar de entender cómo estas proteínas ayudan a las bacterias a sobrevivir a condiciones de estrés, nada que ver con los contaminantes en agua. Esas proteínas resultaron específicas para poder distinguir un contaminante de otro. Entonces empecé a pensar cómo podía servir y qué uso le podía dar.”

“Me puse en contacto con ACUMAR, que justo quería contribuir con proyectos de desarrollo. De entrada fue claro que la limitante era poder reconciliar las mediciones que había hecho en EEUU y las que se podían hacer acá con sus complejidades. En medio de un año de pandemia todavía no pudimos empezar a medir, pero, pienso que esta tecnología puede ayudar a avanzar con los distintos objetivos de ACUMAR.” Concluyó la química.

Cuando Capdevila volvió a la Ciudad de Buenos Aires, empezó a trabajar en la parte práctica de su sensor y se puso en contacto con ACUMAR y de esta manera, el objetivo del proyecto es complementar los datos de estos sensores con los obtenidos en las estaciones de monitoreo de agua que funcionan en ACUMAR.

En cuanto al futuro del proyecto Daiana señaló: “En primer lugar poder medir con nuestros sensores el agua de la Cuenca, tanto el agua superficial como de consumo y ver cuáles son las interferencias. A mediano plazo, pensar cómo va a ser la validación de los sensores y avanzar con sensores nuevos. Podemos cambiar una proteína por otra y usar la misma tecnología para medir otro contaminante. Vamos a empezar con plomo y seguir con arsénico.”

 

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